Un Maestro muy querido por sus discípulos, sintiendo que su tiempo de morir vendría pronto, dio con un modo de ayudar a su discípulo principal a conseguir un Gran Despertar. Él decidió hacerlo parecer ante todos como un ladrón, a través de un complicado plan.
En medio de la noche, el maestro escondería una a una sus valiosas imágenes del Buda y luego gritaría "ladrón, ladrón…" Los monjes más jóvenes vendrían deprisa, pero no habría ningún ladrón para ser visto. Finalmente, después de la tercera vez, cuando el discípulo principal entró corriendo en su cuarto, el viejo maestro lo agarró y lo lanzó al suelo, "Este es el ladrón. Por fin le he agarrado" dijo a todos los demás monjes que en ese momento miraban sorprendidos y confundidos. El discípulo principal fue denunciado entonces ante todos y avergonzado.
El monje acusado, que había sido profesor de un enorme grupo y ejemplo para los más jóvenes, ahora era completamente deshonrado y sin tener donde ir, su ego totalmente roto, confundido con esta injusticia flagrante por momentos hasta consideró suicidarse. Después de varias semanas de completa desesperación, de repente experimentó un Gran Despertar: la vida es un sueño, una ilusión, una burbuja, una sombra. ¡Está es la enseñanza que él mismo estaba tratando de impartir a los principiantes durante tantos años! Entonces se precipitó donde su Maestro, quién al verlo lo recibió cariñosamente y lo nombró ante todos su sucesor.
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